Está considerada como una de las siete maravillas del mundo antiguo, junto con las Pirámides de Gizeh (Egipto), el Templo de Artemisa en Efeso (Grecia), la Estatua de Zeus en Olimpia (Grecia), el Mausoleo de Halicarnaso (Persia), el Gran Faro de AlejandrÃa (Grecia) y Los Jardines Colgantes (Babilonia).
En el mar Egeo, entre Creta y Asia Menor, se encuentra un archipiélago compuesto por unas veinte islas denominado Dodecaneso. En este archipiélago destaca la famosa isla de Rodas.
Según la mitologÃa griega, cuando Zeus decidió otorgar islas y ciudades al resto de los dioses se olvidó de incluir, en el reparto, a Helio. Ante el dilema de tener que empezar todo de nuevo, Helio le propuso le entregara una isla que habÃa observado emerger del mar, al sur de Asia Menor. Cuando Rodas emergió del mar, Helio la proclamó como suya y tuvo allà 7 hijos con la ninfa Rodo, hija de Poseidón. Rodas se llamarÃa asà en honor a esta ninfa.
La situación geográfica de Rodas era privilegiada en cuestión de comercio con Grecia, Egipto y el Asia Menor, convirtiéndola en un centro comercial importante en el Mediterráneo.
En el año 305 a.c., el rey macedonio Demetrio Poliorcetes, hijo de AntÃgono, comenzó a asediarla. Demetrio fue uno de los generales de Alejandro Magno que se disputaban el amplio imperio tras la muerte de éste último y uno de los candidatos más fuertes para lograr la reunificación del Imperio de Alejandro. Con una fuerza militar de más de 50.000 hombres, varios barcos y 2 torres de asedio para salvar la muralla que protegÃa la ciudad, comenzó el asedio. En Rodas, unos 25.000 hombres se dieron a la tarea de resistir los ataques. La mala suerte quiso que un temporal derribara las torres de asedio, por lo que Demetrio tuvo que retirarse. Aunque aquà no terminarÃa todo, ya que tiempo más tarde, se construyó una máquina más eficaz y poderosa: la Helépolis. La Helépolis era una torre móvil que se desplazaba sobre ruedas de roble, compuesta por catapultas, garfios y puentes levadizos. En el primer dÃa, la torre derriba una torre defensiva y logra abrir un boquete en el muro, pero la infanterÃa atacante no logra ingresar en Rodas. Dos dÃas después de esto, los habitantes del lugar deciden soltar aceite hirviendo (hay quienes dicen que fue, incluso, aguas fecales) lo que logra atascar al monstruo atacante y Demetrio pierde, de esta manera, la batalla contra Rodas. Demetrio, polÃtico inteligente, propone la paz y ser aliado de Rodas, excepto en aquellas batallas que se dirigieran contra los ptolomeos de Egipto.
De esta victoria, surge El Coloso de Rodas. En el año 292 a.c deciden levantar una estatua que celebrara la victoria contra Demetrio. La construcción llevarÃa 12 años. Esta estatua harÃa honor a Helio, dios del sol en el puerto. La obra es dirigida por Laches y Cares Lindos, este último, discÃpulo del mismÃsimo Lisipo (quien construyó una estatua de Zeus de 12 metros de altura). Laches, ante la presión de no saber si lograrÃan la estabilidad de la estatua, se suicida antes de terminarla. Poco se sabe, en realidad sobre la forma del Coloso. Hay quienes dicen que tenÃa las piernas separadas, lo que permitÃa a los barcos acceder al puerto por debajo de ellas. Esto implicarÃa que la estabilidad de la estatua se viera comprometida. Lo que sà se sabe, es que cuando finalizan las obras, el Coloso mide nada menos que 32 metros de altura, cada uno de sus dedos es mayor que las estatuas normales. La forma del Coloso corresponderÃa a un joven atlético, que bien podrÃa haber correspondido al conquistador Alejandro Magno, el más famoso y admirado de la época. El interior de la estatua estaba relleno de ladrillos hasta la cintura, la parte superior era hueca y contenÃa una escalera que conducÃa hasta la torre de fuego colocado en la cabeza. Por las noches se encendÃan antorchas en la cabeza que, trasluciendo por los ojos de la estatua, servÃan de faro a los navegantes. De la cabeza se desprendÃan rayos solares, similares a los que se aprecian en la Estatua de la Libertad. Su ubicación aún no está clara, aunque se supone que los pies podrÃan haber estado asentados donde hoy se encuentran los dos ciervos esculpidos en bronce (macho y hembra) mirando hacia el mar. Aunque, como ya hemos dicho, serÃa casi imposible que lograran la estabilidad de la construcción teniendo, esta, las piernas separadas. La armazón era de hierro y, sobre ella, placas de bronce.
56 años después de su construcción, el Coloso es derribado por un terremoto. Siguiendo los consejos de un oráculo, los habitantes de Rodas deciden dejar la estatua sumergida en el mar. Esto hizo que viajantes de todo el mundo siguieran viniendo a contemplar la monumental construcción. Durante 900 años continuó allÃ, hasta que en el año 654 d.c., los musulmanes se apoderan del bronce como botÃn en una incursión. Se cuenta que los restos de la estatua se vendieron a un comerciante judÃo, quien los reparte en 900 cargas de camello y los funde en tierra firme.
Sea como fuere, ya no quedan rastros del Coloso de Rodas, el mismo que asombró a todo el mundo durante más de medio siglo por su espectacularidad. Nada podÃa competir con él en los alrededores, salvo El Gran Faro de AlejandrÃa.
Actualmente el escultor Kodjamanis ha propuesto al alcalde de Faliraki (localidad de Rodas) realizar un nuevo "Coloso", similar al que logró asombrar a los viajantes de antaño, sirviendo de insignia de Rodas y, además, de faro para el puerto.