Poto
Poto, la personificación del deseo ardiente y la nostalgia amorosa, acompañaba a Eros e Hímero como la tercera manifestación de la pasión, especializándose en el anhelo melancólico por amores ausentes o inalcanzables. Representado como un joven alado de expresión doliente, Poto inspiraba esa tristeza dulce que experimentan los amantes separados por la distancia, la muerte o circunstancias sociales. Su influencia convertía la simple atracción en obsesión romántica duradera.
Poto poseía el poder de mantener vivo el amor incluso después de años de separación, alimentando la esperanza de reencuentros futuros y preservando la fidelidad emocional contra viento y marea. Su presencia se manifestaba especialmente en esposas de marineros, soldados en campaña y amantes separados por diferencias de clase social. También inspiraba a poetas elegíacos y músicos que creaban obras inmortales dedicadas a amores perdidos. Los santuarios de Poto servían como refugio para corazones rotos que buscaban consuelo divino en su dolor compartido.
Mitos y leyendas
Poto inspiró el amor eterno de Penélope hacia Odiseo durante sus veinte años de ausencia, manteniendo viva la llama del amor conyugal pese a las presiones de los pretendientes. También tocó el corazón de Orfeo tras la muerte de Eurídice, alimentando esa nostalgia desesperada que lo llevó a descender al Hades en busca de su amada. En el mito de Hero y Leandro, Poto sostuvo la pasión del joven que cruzaba el Helesponto cada noche para encontrarse con su amada, hasta que una tormenta lo llevó a la muerte.