Epicuro

Epicuro de Samos (341-270 a.C.) fue un filósofo griego helenístico que fundó una de las escuelas filosóficas más influyentes de la antigüedad. Su filosofía, conocida como epicureísmo, buscaba proporcionar a sus seguidores una guía práctica para alcanzar la felicidad y la tranquilidad en un mundo lleno de incertidumbre y sufrimiento.

El Jardín de Epicuro

En el año 307 a.C., Epicuro estableció en Atenas su escuela filosófica conocida como el "Jardín". A diferencia de otras escuelas que se centraban en debates abstractos, el Jardín funcionaba como una comunidad de amigos dedicados a la práctica de la filosofía como medicina del alma.

Esta institución fue revolucionaria por admitir mujeres y esclavos como miembros de pleno derecho, rompiendo las barreras sociales de la época. Los epicúreos vivían en comunidad, compartiendo bienes y conocimientos, unidos por lazos de amistad que consideraban el mayor de los placeres.

La física atomista

Epicuro adoptó y modificó la teoría atómica de Demócrito, utilizándola como base científica para su ética. Según su física, todo el universo está compuesto por átomos que se mueven en el vacío, formando y disolviendo continuamente todas las cosas, incluidos los seres vivos y los dioses.

Introdujo la importante innovación del "clinamen" o desviación azarosa de los átomos, que explicaba tanto la formación de los mundos como la libertad humana. Este pequeño desvío impredecible en la trayectoria atómica permitía el libre albedrío y rompía la cadena del determinismo absoluto.

El placer como bien supremo

El núcleo de la ética epicúrea es la identificación del placer (hedoné) con el bien supremo y el dolor con el mal absoluto. Sin embargo, Epicuro desarrolló una concepción sofisticada del placer, distinguiendo entre placeres cinéticos (activos) y catastémáticos (estáticos).

Los placeres estáticos, como la ausencia de dolor corporal (aponía) y la tranquilidad del alma (ataraxia), eran superiores a los placeres activos porque resultaban duraderos y no generaban sufrimiento posterior. La sabiduría consistía en elegir placeres que no produjeran dolores mayores.

La liberación del miedo

Epicuro identificó cuatro miedos fundamentales que atormentan a la humanidad: el miedo a los dioses, a la muerte, al dolor y a la insatisfacción de los deseos. Su filosofía proporcionaba remedios específicos contra cada uno de estos temores mediante el conocimiento racional.

El famoso "tetrafármaco" epicúreo enseñaba que los dioses, siendo perfectos, no se ocupan de los asuntos humanos; que la muerte es simplemente la ausencia de sensación; que el dolor intenso es breve y el duradero es soportable; y que los deseos naturales y necesarios son fáciles de satisfacer.

Los tipos de deseos

Epicuro clasificó los deseos humanos en tres categorías: naturales y necesarios (como el alimento y la amistad), naturales pero no necesarios (como los placeres sexuales lujosos), y vanos (como el deseo de inmortalidad o fama eterna).

La felicidad se alcanzaba satisfaciendo completamente los primeros, moderando los segundos y eliminando por completo los terceros. Esta taxonomía proporcionaba una guía práctica para la vida cotidiana, ayudando a distinguir entre necesidades auténticas y deseos artificiales.

La amistad como ideal

Para Epicuro, la amistad era el mayor de todos los placeres y la base de la seguridad emocional.

"La amistad danza alrededor del mundo proclamando a todos nosotros que despertemos al reconocimiento de la felicidad"
, escribió en una de sus máximas más célebres.

El Jardín cultivaba intensamente los vínculos de amistad entre sus miembros, considerándolos más importantes que los lazos familiares o políticos. Esta comunidad de amigos proporcionaba el apoyo emocional y la seguridad necesarios para alcanzar la ataraxia.

Legado y transmisión

Epicuro fue extraordinariamente prolífico, escribiendo más de trescientas obras según testimonio de Diógenes Laercio. Desafortunadamente, solo conservamos fragmentos y tres cartas completas que resumen sus doctrinas principales sobre física, ética y fenómenos celestes.

Su filosofía influyó profundamente en pensadores posteriores, especialmente en Lucrecio, quien difundió el epicureísmo en Roma mediante su poema "De rerum natura". Durante el Renacimiento y la Ilustración, muchos filósofos redescubrieron las enseñanzas epicúreas sobre la felicidad, la tolerancia y la vida racional.