Anaxímenes
Anaxímenes (585-525 a.C.) nace en Mileto, siendo el tercer y último gran representante de la escuela filosófica milesia. Discípulo de Anaximandro, Anaxímenes desarrolló una filosofía natural que, aunque aparentemente más simple que la de su maestro, introdujo conceptos dinámicos que influyeron decisivamente en el pensamiento posterior. Su obra representa la culminación de la primera fase del pensamiento racional griego.
El aire como principio fundamental
Anaxímenes propuso que el aire (aer) constituía la sustancia primordial de la cual procedían todas las cosas. Esta elección no era arbitraria: el filósofo milesio observó que el aire era esencial para la vida, invisible pero tangible, capaz de movimiento y presente en todas partes. Además, identificó el aire con el aliento vital (pneuma), estableciendo una analogía entre el cosmos y el organismo vivo.
Así como nuestra alma, que es aire, nos sostiene y gobierna, de la misma manera el aliento y el aire envuelven todo el cosmos
Esta comparación entre microcosmos y macrocosmos influyó profundamente en la filosofía posterior, especialmente en el pensamiento estoico, que adoptó la idea del pneuma como principio vital universal.
Los procesos de condensación y rarefacción
La innovación más importante de Anaxímenes fue su teoría de los procesos cuantitativos mediante los cuales el aire primordial se transforma en todos los demás elementos y objetos del universo. Según su doctrina, la condensación del aire produce primero las nubes, luego el agua, después la tierra y finalmente las piedras, mientras que su rarefacción genera el fuego.
Estos procesos de densificación y rarefacción explicaban no solo la formación de los elementos, sino también todos los cambios naturales. Por primera vez en la historia del pensamiento, un filósofo había propuesto un mecanismo específico para explicar las transformaciones de la materia, anticipando conceptos que serían fundamentales en la física posterior. Su teoría era elegante y económica: un solo principio material y dos procesos opuestos bastaban para explicar toda la diversidad del mundo.
Cosmología y astronomía
Anaxímenes desarrolló una cosmología sistemática basada en su teoría del aire primordial. Sostenía que la Tierra era plana y flotaba sobre el aire como una hoja, mientras que los astros eran masas ígneas que también flotaban en el aire circundante. Los cuerpos celestes se movían lateralmente, como ruedas de fuego, y sus ocultaciones se debían a que pasaban detrás de montañas terrestres elevadas.
Aunque su astronomía era menos sofisticada que la de Anaximandro, Anaxímenes realizó observaciones importantes sobre los fenómenos meteorológicos. Explicó la formación de las nubes, la lluvia, el granizo y los terremotos mediante su teoría de los procesos aéreos. Sus explicaciones, aunque incorrectas en muchos aspectos, representaban intentos serios de comprender racionalmente fenómenos que tradicionalmente se atribuían a la acción directa de los dioses.
Psicología y filosofía de la mente
Una contribución significativa de Anaxímenes fue su teoría del alma como aire vital. Identificando el alma humana con el aire respirado, estableció una concepción materialista de la psique que influyó en desarrollos posteriores de la filosofía griega. El alma no era para él una entidad separada del cuerpo, sino la forma específica que adopta el aire universal en los organismos vivos.
Esta teoría tenía implicaciones importantes para la comprensión de procesos como la respiración, el pensamiento y las emociones. Anaxímenes relacionó directamente las alteraciones anímicas con cambios en la respiración, anticipando intuiciones que serían desarrolladas posteriormente en la medicina hipocrática y en la filosofía estoica. Su materialismo psicológico representaba una alternativa racional a las concepciones míticas del alma.
Método filosófico y empirismo
A diferencia de Anaximandro, que había basado su filosofía en especulaciones abstractas sobre lo indefinido, Anaxímenes adoptó un enfoque más empírico, fundamentando sus teorías en observaciones directas de fenómenos naturales. Este giro hacia la experiencia sensible marcó un momento importante en el desarrollo del método científico griego.
Sus explicaciones de los fenómenos meteorológicos, aunque a menudo incorrectas, demostraban un esfuerzo sistemático por relacionar causas observables con efectos visibles. Anaxímenes desarrolló analogías ingeniosas para hacer comprensibles procesos complejos: comparaba la formación de las nubes con el proceso de exhalación, y la producción de rayos con el resplandor que produce un remo al cortar el agua oscura.
Influencia y legado
La filosofía de Anaxímenes ejerció una influencia considerable en pensadores posteriores. Heráclito adoptó algunos de sus conceptos dinámicos, mientras que Diógenes de Apolonia retomó directamente su teoría del aire como principio fundamental. Los médicos hipocráticos incorporaron sus ideas sobre el pneuma vital, y los estoicos desarrollaron sistemáticamente su concepción del aire como sustancia activa y racional.
Aunque Anaxímenes fue el último gran filósofo de la escuela milesia, su obra no representa una decadencia sino una síntesis madura de las intuiciones de sus predecesores. Al combinar la búsqueda de un principio material único con una teoría dinámica de los procesos naturales, estableció paradigmas conceptuales que perdurarían durante siglos. Su influencia se extendió más allá de la filosofía natural, contribuyendo significativamente al desarrollo de la medicina, la psicología y la cosmología griegas.